martes, 10 de marzo de 2015

Javier, mete el micro ahí



El Estudiantes de los noventa era un equipazo. No llegaba a la altura de los tres grandes (Real Madrid, Barcelona y Joventud) porque ellos eran aún más un equipazo. Lo cierto es que el nivel de la ACB era altísimo y por ello resultaba muy atractivo visionar cualquiera de los partidos que ofrecía el segundo canal de televisión española cada domingo por la mañana.

Si estudiantes era un equipo estupendo, poco menos se podía decir del TDK Manresa. Aquel equipo ganaría la Copa del Rey esa misma temporada y terminaría ganando la liga ACB la temporada siguiente. Su jugador más emblemático, el incombustible Chichi Creus, anotó un triple a falta de tres segundos en el Palacio de los Deportes de Madrid y puso el choque ante Estudiantes con dos puntos arriba a favor de su equipo.

 Estudiantes solicitó el correspondiente tiempo muerto, aunque no quedaba mucho tiempo para planificar una jugada que no necesitara de un milagro, pero este, aunque pareciese inconcebible, ocurrió. El balón le llegó a Carlos Jiménez que, desde el centro del campo y con el tiempo aparentemente cumplido, anotó una canasta limpia. Seguidamente se desató la locura, los jugadores de Estudiantes acudieron a abrazar a su capitán y el banquillo del TDK se encaró de manera furibunda con la mesa de técnicos.

Ante el alboroto generado y al no habiéndose enterado de nada el telespectador de lo que se estaba comentando en el agolpamiento generado en torno a la mesa técnica, Ramón Trecet, mítico comentarista deportivo de la televisión pública, comenzó a espetar a su compañero a pie de pista que se entrometiese en el lío e hiciese llegar al espectador todo lo que se estaban diciendo.

Y se volvió, literalmente, loco.

- ¡Javier! ¡Mete el micro ahí!

Y Javier, como todos pudimos comprobar, no supo ni donde meterse.

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