jueves, 4 de abril de 2013

Siga la línea blanca

Los que conservábamos la memoria de nuestros primeros años de televisión, recordábamos a Emilio Aragón como Milikito, el payaso que acompañaba a Gabi, Miliki y Fofito y cuya presencia era poco más que testimonial puesto que su papel era el de hacer de mudo. De aquel papel aprendió la mímica que le conduciría a idear uno de los sketches más famosos de la década de los ochenta. Cuando acabaron las funciones de Los payasos de la tele, Emilio Aragón inició su carrera en solitario y lo hizo con "Ni en vivo ni en directo", un programa de sketches donde hacía un repaso de la actualidad además de escenificar pequeñas historias cotidianas en clave de humor. Con aquel célebre "buenas noches, soy Emilio Aragón y usted no lo es", iniciaba, cada noche de lunes, su peculiar visión del mundo.

Quizá, el programa jamás hubiese pasado a la memoria colectiva con la categoría de inolvidable de no haber sido por aquel sketch suelto en el que un hombre preguntaba por un despacho en la recepción de un edificio y la recepcionista le indicaba que debía seguir la línea blanca. A medida que iban pasando los programas, el pobre hombre iba siguiendo la línea blanca cruzando ciudades, ríos y playas sin encontrar nunca el despacho donde debía gestionar su diligencia. A medida que la historia pasaba de cómica a surrealista, la gente en la calle se dedicaba a seguir líneas blancas imaginarias y aún hoy, en algún reencuentro nostálgico, repetimos la acción mientras silbamos la sintonía de "El puente sobre el río Kwai".

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