miércoles, 3 de octubre de 2012

Ravioli

La principal consecuencia de que en nuestra época solamente existiesen dos canales de televisor es que al final te veías obligado a ver todo lo que emitiesen. Fue por ello que todos nos sentábamos delante del televisor para seguir cualquier serie que nos echasen, aunque se tratase de una serie sueca sin ritmo y casi sin argumento. Una de aquellas series trataba de un grupo de hermanos pequeños que se quedan solos en casa debido a que sus padres tienen que marcharse a un largo viaje. En principio aquello era el sueño de todo pre adolescente. Quedarse solo en casa, sin padres y sin normas. Mientras les veíamos divertirse y abrazarse a una anárquica responsabilidad, nos preguntábamos de qué se alimentarían sin una madre que les cocinase. La respuesta se nos dio enseguida; gracias a un premio, recibían cientos de lata de ravioli. Así pues, ya tenían sustento. Y así continuó aquella absurda historia durante varios meses hasta que los padres volvieron de viaje, los niños se hartaron de comer ravioli y nosotros nos levantamos del sofá para ir a jugar al fútbol al descampado sin tener ninguna gana de probar esa especie de pasta con salsa que los suecos vendían en lata.

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